sábado, 28 de febrero de 2009

Nací en el norte de España, y después de estudiar en Zaragoza y vivir en Londres y Madrid me trasladé vivir a una localidad bañada por el Marenostrum, porque después de unas vacaciones me quedé prendada del mar y de la luz mediterráneas, y soñaba con una vida lejos del alfalto y libre como un pájaro.
Después de algunos años en que sólo trabajaba durante el verano y que no era suficiente para sobrevivir en el invierno, un día en que me encontraba en mi casau-na pequeña casita en el campo de unos treinta o cuarenta metros cuadrados, que alquilé sin luz y sin agua y con el lavabo en una pequeña construcción separada de la casa- me encontré con un perro enorme en la puerta, del tamaño de un burro, y como no me atrevía a salir, pasé varios días encerrada. Por fin me atreví a salir me subí al coche y el perro me siguió, hasta que conseguí perderle.
A los pocos días encontré a una chica, de unos veinticuatro o veinticinco años, que me preguntó si habría visto a un perro que se le había perdido. Le dije que sí, y juntas fuimos a la zona donde había logrado despistarle, y allí estaba. Lo recogimos y esta chica resultó ser una vecina que vivía no muy lejos de mi casa, y me dijo que trabajaba de juez. Era una chica peculiar y comencé a visitarla, y ella a mí, y descubrimos que teniamos bastantes cosas en común, pero sobre todo las circunstancias. Las dos eramos del norte, viviamos en el campo, muy cerca una de la otra, y nuestros grandes amores eran nuestros perros.
En su casa también conocí al médico de la carcel, que animaba a consumir éxtasis, porque decía que era la droga del amor. Después conocí a sus hermanos y novios y maridos de estas y esa es otra historia, que otro día contaré, pero que fué increible. En un corto plazo de tiempo murió una hermana suya embarazada, su amiga íntima, su marido, el hermano de su marido y la novia del hermano de su marido.
Bien, pues esta chica peculiar, terminó metiendome de funcionaria en la Administración de Justicia. Al poco tiempo ella se fué, porque no era titular, y un día yo le presenté a un juez con el que terminó casandose y separandose, porque aparte de ser la persona más tacaña que he conocido, la maltrataba.
Cuando conocí a ese Juez sufrí el primer gran desengaño con la Justicia. Yo pensaba, como la gran mayoría de la ciudadanía, que los jueces eran personas íntegras y justas, y un día que yo le llevaba un procedimiento urgente para que celebrara juicio porque una persona sufria prisión preventiva, se puso como un pollo, porque era verano y se quería ir de vacaciones. Cuando regresé a mi Juzgado y le dije a la juez lo que pasaba y esta le llamó, lo negó todo. Después de ese incidente estuve dos meses con una depresión. No podía creer que un juez mintiera.
De todo esto hace ya veinte años, y he visto de todo, pero bueno muy poco. Hace dos días una compañera me regaló una pequeña libreta para que me apuntara las cosas que iba dejando pendientes para que no se me olvidaran, y empecé a escribir una especie de diario. Entonces pensé que las cosas que pasan en la Administración deberían ser públicas, para que los ciudadanos sepan que pasa con sus presupuestos.
Cuando comencé a escribir en la libreta decía: hoy ha venido un letrado y me ha traído una caja de bombones. Debe de ser la segunda o tercera vez que me ocurre algo así, por lo tanto es un día para recordarlo. En cambio ayer vino una letrada, a la que yo apreciaba por cierto, venía líbida y temblando de ira, y enseñandome un trozo de papel en el que traía escrito un número me lo enseñó, como si no pudiera ni siquiera verbarlizar. Le dije si, ya lo veo, que pasa?. Dice que has devuelto un dinero que estaba embargado y tu lo sabias. Me quedé muerta. Los funcionarios no disponemos de las cuentas del Juzgado y no entendía de que trataba de acusarme. Finalmente todo se aclaró, y no se había devuelto ningún dinero embargado, pero esta abogado fué a abordar a la Secretaria Judicial que estaba celebrando juicios, para organizar un pollo. Yo estuve dos días disgustadísima, no por el mal entendido, sino por la forma tan agresiva e irrespetuosa en que me habló. Después he hecho un ejercicio para no retener su ira, y me voy sintiendo mejor. Y doy gracias por no haberme licenciado en derecho, porque era mi sueño ser abogada laboralista. Después cuando he tenido ocasión de conocer esta profesión comprendí que me hubiera muerto de hambre, porque mi conciencia nunca me hubiera dejado hacer lo que veo que hacen, diré algunos y presuntamente, de estos profesionales. Les veo como empiezan, recuerdo algunos que venian la juzgado en una motito, y como al poco tiempo ya los veo como han medrado. Y lo curioso es que son unos mantas. Como lo hacen?
Bueno, seguiré contando lo que habia anotado en mi libreta. Decia: la Secretaria me dice que por qué no le doy un bombón a la juez. Aun me pregunto si hablaría en serio. Una juez que nos ha hecho la vida imposible, primero a ella, obligandola hacer su trabajo, y después a mi. Pretendía que yo me hiciera cargo de ciertos procedimientos, porque decía que del Juzgado donde venía la Secretaria no daba ni golpe, y que por la tarde, mientras ella trabajaba, la Secretaria daba clases y ganaba mas que ella, y que su marido le había dado un ultimatum, y su hija se quejaba de su poca dedicación a la familia, así que habia decidido repartir su trabajo y ella dedicarse a su familia. De hecho es lo que está haciendo. Sólo se ocupa de celebrar juicios dos días a la semana, y en cuanto tiene ocasión los suspende. Así que viene poniendo unas diez o quince sentencias al mes. Si las dividimos por lo que cobra le cuesta al Estado cada sentencia a unos seiscientos euros. Y la mayoria son sentencias de divorcio de mutuo acuerdo y de desahucio, que son de modelillo.
Otro día hablaré de como me abrió un expediente por dos faltas graves y como intentó denunciarme a mí y a la Secretaria con hechos falsos. Tengo que decir que todo era tan burdo que al final ha sido sancionada, pero sigue en sus trece.
También tomé nota de como vino una señora a dicirme que había recibido un papel del Juzagado. Se le notificaba una resolución que ponía termino a una reclamacion por impago de las cuotas de la Comunidad de Propietarios. La señora me contaba que no tenía dinero para pagarlas y que ya llevaba varias cuotas sin pagar de la hipoteca. Que estaba esperando que le quitaran el piso. Era la segunda mujer que me contaba la misma historia esa semana. El Juzgado está colapsado de demandas de Ejecución Hipotecaría. Se celebran subastas sin parar, en las que no hay postores y los bancos se están quedando con todas las viviendas. Cuando empiece a resurgir la economía empezarán a vender los pisos, y se forrarán. En esta crisis mientras la población se empobrece los bancos y los abogados y procuradores se enriquecen. Entre el diner que le ha dado el gobierno y las casas que se van quedando, tiene toda la riqueza del país. Que sistema es este? Por qué mantenemos este capitalismo salvaje? Por qué permitimos estos abusos?
Esto es la Justicia. Quitarle los pisos a los pobres para darselos a los bancos. Y las profesionales que viven de esto tienen derecho a unas costas de hasta el treinta por ciento de la cantidad que se reclama. Así que echen cuentas.
Todo es una caca.

viernes, 27 de febrero de 2009